sábado, 19 de marzo de 2016

¿Y, si se sale? Capitulo 3


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 3  


  El jugador que iba a chutar el balón, para igualar el resultado, estaba frente al balón. O detrás del balón, para darle la patada. Todo dependía de él. No tenía otra obligación. Su responsabilidad era grande. Todos gritaban. No se sabía diferenciar a los que gritaban porque sí, de los que gritaban porque no. Todo era griterío. El jugador sudaba. No necesitaba la imaginación porque tenía una realidad frente a sí. Grande compromiso. No podía imaginar. Tenía que estar concentrado. La imaginación para él, en ese momento, significaría el descuido. Y sudaba.
El arquero se encontraba en las mismas. El compromiso era grande, de igual manera. También sudaba. Tal vez como el que iba a chutar, o quizás, un poco más. Pero su responsabilidad era más grande. Porque su equipo iba ganando. Eso le favorecía. Pero le hacía más grande la responsabilidad. Tenía que hacer que continuara ganando. Y, entonces, por momentos se imaginaba que ya dejaría de estar ganando, a partir, justo de ese momento, y le entraba angustia. Se desesperaba solo por imaginar. Y sudaba mucho más. Más que el que estaba escuchando por la radio, que sí necesitaba la imaginación, y que también sudaba, pero que era distinto en el espacio, en el tiempo y en el lugar, a pesar de la misma circunstancia, que era el penalty.
Sudaba el que estaba frente al balón para chutarlo. Era la oportunidad del equipo.
Sudaba el jugador que tenía la tarea de no dejar que el balón pasara por su dominio, porque para eso estaba ahí.

Sudaba el espectador. También los de la radio. También los oyentes.

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