sábado, 19 de marzo de 2016

Motivación y circunstancia de este libro...


  1. -- Alguien tomó una decisión muy drástica y afectó demasiado a la persona involucrada.
  2. -- Fue injusta la decisión. Y, se sabía que era una injusticia.
  3. -- Eso motivó este libro, bajo la figura de un partido de fútbol...
  4. -- En la idea de un cobro de un penalty...
  5. -- Y es una reflexión de transfondo interesante...

¿Y, si se sale? Capitulo 1


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 1  



La estación de radio transmitía el encuentro de futbol en esa tarde. Era una partida de futbol importante para la selección nacional. De allí dependía su clasificación y el pase a la siguiente ronda.
En ese momento el árbitro había sentenciado un penalty. Todos estaban con los nervios de punta. El mejor jugador estaba detrás del balón, en todo el punto blanco señalado para esas circunstancias, esperando el pitido que saliera de la decisión del juez del encuentro, para salir corriendo y asestarle un puntapié a la pelota, y con ello emparejar las acciones, y mejorar los resultados, que les eran adversos  hasta ese momento. El arquero del equipo contrario se movía justo en el medio como para ayudar a que su rival se desconcentrara y errara su objetivo. El arquero movía los brazos, balanceándose de un lado y del otro.
La gente en las tribunas sudaba. El momento era muy tenso.
Unos esperaban el gol. Otros deseaban que el arquero atajase el tiro, o que la pelota pasara por un lado de la arquería, y que no entrara a las redes. Unos y otros tenían sus intereses y sus angustias en ese mismo momento, en la misma circunstancia y en el mismo lugar, tiempo y espacio. Todos sudaban y transpiraban copiosamente. La realidad era la misma. Unos porque no. Y otros porque si. Unos a favor. Otros en contra. Cada uno de los que estaba en el Stadium había tomado partido, o a favor, o en contra. No había la posibilidad de permanecer indiferente, por lo menos, en ese justo momento del penalty. Imposible quedarse sin querer nada. O se quería que hicieran el gol. O se quería que no se hiciera. A eso se había ido a la cancha de futbol ese día, o a perder con el equipo, o a ganar. Y, en ese momento, todo dependía de uno solo, en ambos lados. De un lado, del que estaba detrás del balón para hacer que tocara la red del equipo contrario. Pero que tocara la red por la parte de adentro, que significaría su gozo y su fiesta, además de la algarabía de los que estaban con él en ese momento. De tocar la red por la parte de afuera, entonces, la algarabía y la fiesta sería para los que estaban con el arquero, que se movía como chimpancés, hacia la izquierda y hacia la derecha de su propio cuerpo a la cadencia del movimiento de sus brazos, en forma de balanza o del sube y baja.
Todos sudaban.
La estación de la radio se hacía eco de la situación que se estaba viviendo en ese momento. También los de la radio iban o por si o por no, y entre ellos también había diferencias. Y así, entre ellos, a veces presagiaban que sí, y a veces que no, a pesar de que cada uno tenía su deseo y su aspiración, porque también habían ido a eso al Stadium.

Los nervios estaban de punta.

¿Y, si se sale? Capitulo 2


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 2  

           
            Los que no habían podido ir al Stadium, y que hubiesen querido ir, seguían los acontecimientos a través de la radio. Y también tenían sus aspiraciones. O porque si. O porque no. Por eso seguían la transmisión y no se perdían detalles. Tenían un elemento a su favor, que era su ventaja, pero que era, al mismo tiempo, su desventaja. El elemento era la imaginación. Al escuchar lo que iban diciendo los locutores, se imaginaban muchas cosas, además de las dichas por los profesionales de la estación de la radio y de los expertos del futbol con sus estadísticas. Cada cual se imaginaba lo que decían, por eso se lo imaginaban, y para eso estaba la tarea de la radio; pero, también se imaginaban sus propias cosas de su propio cultivo, porque era imposible no imaginar si se estaba siguiendo la transmisión del partido de futbol. Porque para eso se seguía el partido de futbol por la radio. Eso tenía su propia fascinación y encanto.
            Los que estaban en el Stadium estaban viendo las cosas tal como estaban sucediendo. No necesitaban mucho de la imaginación. Entonces, algunos pensaban en los que no habían venido y se decían “lástima” de lo que se están perdiendo. Y así era. Una lástima. Por lo menos, justo en ese momento del penalty.
            Algunos de los que estaban siguiendo la transmisión por la radio añoraban estar en las gradas del campo de juego. No era suficiente la imaginación y querían verificar lo que imaginaban, por lo menos, en ese momento en que los resultados dependían de dos jugadores. De uno que acertara. Y de otro, o de que no acertara el primero, o de que atajara él mismo. La suerte del segundo dependía de un 150 por ciento. Mientras que la del primero de un 100.

            Y todos sudaban. Transpiraban. También los que estaban escuchando el encuentro de futbol por la radio. Y quizás más, porque la imaginación era doble. Por un lado, de lo que imaginaban de lo que iban diciendo los locutores, y por otro, de lo que ellos mismos imaginaban de lo que iban imaginando. Y transpiraban, quizás, más que todos de los que estaban en el Stadium, que no necesitaban de la imaginación porque estaban viendo las cosas tal como estaban sucediendo. Aunque también sudaban.

¿Y, si se sale? Capitulo 3


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 3  


  El jugador que iba a chutar el balón, para igualar el resultado, estaba frente al balón. O detrás del balón, para darle la patada. Todo dependía de él. No tenía otra obligación. Su responsabilidad era grande. Todos gritaban. No se sabía diferenciar a los que gritaban porque sí, de los que gritaban porque no. Todo era griterío. El jugador sudaba. No necesitaba la imaginación porque tenía una realidad frente a sí. Grande compromiso. No podía imaginar. Tenía que estar concentrado. La imaginación para él, en ese momento, significaría el descuido. Y sudaba.
El arquero se encontraba en las mismas. El compromiso era grande, de igual manera. También sudaba. Tal vez como el que iba a chutar, o quizás, un poco más. Pero su responsabilidad era más grande. Porque su equipo iba ganando. Eso le favorecía. Pero le hacía más grande la responsabilidad. Tenía que hacer que continuara ganando. Y, entonces, por momentos se imaginaba que ya dejaría de estar ganando, a partir, justo de ese momento, y le entraba angustia. Se desesperaba solo por imaginar. Y sudaba mucho más. Más que el que estaba escuchando por la radio, que sí necesitaba la imaginación, y que también sudaba, pero que era distinto en el espacio, en el tiempo y en el lugar, a pesar de la misma circunstancia, que era el penalty.
Sudaba el que estaba frente al balón para chutarlo. Era la oportunidad del equipo.
Sudaba el jugador que tenía la tarea de no dejar que el balón pasara por su dominio, porque para eso estaba ahí.

Sudaba el espectador. También los de la radio. También los oyentes.

¿Y, si se sale? Capitulo 4


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 4  


            La situación era muy tensa.
            Todos sudaban. Unos de una manera. Y otros de otra. Con diversas y variadas intensidades. Todos transpiraban. Unos, más. Y otros, menos.
            También sudaba el árbitro. Y sudaba porque tenía que correr por toda la cancha para poder cumplir bien su tarea, aunque tenía la ayuda de los dos árbitros auxiliares que corrían por sus respectivas bandas. También corrían y también sudaban. Ahora, los tres árbitros sudaban, además de la carrera que tenían que realizar y poder estar alertas, por las decisiones tomadas. Eso también los hacía sudar.
            Y sus adrenalinas estaban trabajando copiosamente. Para eso los habían contratado en esa tarde: para que tomaran decisiones. Se podían equivocar en sus apreciaciones y podrían hacer juicios de valor equivocados. Pero para eso los habían contratado. Para que fueran jueces y tomaran las decisiones que se tuviesen que tomar.
            En el caso del penalty cabía la posibilidad de no haber sido justo. Pero tenían esa facultad, de equivocarse. Tal vez no se había equivocado, o tal vez sí. A los que les favorecía el penalty, el árbitro no se había equivocado. Pero, para los que no les favorecía, el árbitro estaba vendido. La rechifla en el Studium le hacía pensar que se había equivocado. Pero, los aplausos en ese justo momento le indicaban que no se había equivocado. El problema era un problema, porque si pitaba era un problema, y si no, también lo era.
            La situación estaba muy complicada.
            Muy delicada para el equipo que hasta ese momento iba ganando. Porque cabía la posibilidad, casi cierta, de emparejarse los resultados. Y eso complicaba las esperanzas en el campeonato.
            Pero la situación se presentaba, justo en ese momento, y a partir de ahí, como posibilidad, también casi cierta, pero no segura, para el equipo que iba a chutar el penalty. Porque sería pasar de menos a iguales. Y las cosas le favorecerían.
            Y todo esto podría ser visto como responsabilidad del árbitro, o porque si; o, porque no.

            Situación para sudar. Como todos los estaban en ese momento.

¿Y, si se sale? Capitulo 5


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 5  


            La situación estaba tensa.
            Se sentía odio. Porque el penalty podría ser una injusticia.

            Se sentía alegría. Porque el penalty era el resultado del dominio del equipo que iba a chutar. Por eso había recibido la falta, porque su dominio era muy asfixiante para el equipo que había cometido la falta. Por eso la había cometido. Era el último recurso en ese justo momento. No tenía alternativa. Y si no hubiese cometido la zancadilla al jugador contrario, tal vez, hubiese metido gol. Y de igual manera hubiese empatado los resultados.

¿Y, si se sale? Capitulo 6


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 6  

            La cosa estaba complicada.
            El jugador que había cometido la falta se sentía culpable. Por su acción las cosas se iban a poner como estaban a punto de ponerse. Si no hubiese metido el pié como lo metió al jugador que derribó, no hubiesen cantado el foul. Entonces, las cosas no estuviesen como estaban justo en ese momento del penalty.
            El jugador que había fauliado sentía que el arquero le reclamaba con su mirada. Miraba a los otros jugadores en la banca, e, igual sentía que le hacían muecas con la boca en señal de reprensión. El director técnico no hacía nada. Estaba con los brazos cruzados. Y eso significaba para el jugador, un reclamo o como un clarito reproche.
            El jugador fauliador, en ese justo momento del partido, no tenía confianza para mirar a las gradas. Aquello le apabullaba. Lo intimidaba. El abucheo lo sentía, tanto de los que si, como de los que no. Porque unos estaban descontentos por su comportamiento; y, otros estaban rabiosos por su bajeza.

            Sudaba mucho el jugador que había cometido la falta. Tal vez más que el arquero; o más que el que iba a chutar la pelota.

¿Y, si se sale? Capitulo 7


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 7  

            El árbitro temblaba.
            Estaba asustado por la decisión que había tomado. Miraba al jugador fauliador y sentía que lo miraba con odio. Tal vez le estaba diciendo que esa patadita y esa zancadilla, no eran para tanto. Quizás le estaba diciendo que por su culpa, las cosas estaban como estaban.
            El árbitro estaba como a punto de palmotearle el hombro al jugador que había cometido la falta. Pero no se atrevía. Perdía la autoridad en el campo. No podía. No debía.

            Las cosas son como son. Y esas, como eran.

¿Y, si se sale? Capitulo 8


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 8  


            Algunos de los que estaban escuchando la transmisión del partido de futbol, aquella tarde, estaban furiosos. Todo iba bien. La sentencia. La transmisión.
            Para otros, todo iba bien. Menos, la sentencia.
            La radio, en algunas partes, ya no transmitía. Todo quedaba en suspenso, justo en ese momento del penalty. A rabiar de la rabia y de la impotencia de los acontecimientos, justo en ese momento.
            Se había ido la electricidad y no había energía para que los radios transmisores recibieran la señal de la radio que estaba transmitiendo el partido de futbol de esa tarde.
            No se sabe. Y así estaban.
            Ahora sudaban. Transpiraban. Resoplaban por la boca y por la nariz.

            La imaginación galopaba. Los corazones se agitaban.

¿Y, si se sale? Capitulo 9


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 9  


            Otros seguían escuchando la radio, justo en ese momento del partido.
            Algunos que iban en sus automóviles llevaban la radio encendida. Sus vehículos tenían energía acumulada y renovada por el movimiento de los motores. Todo iba igual. Nada cambiaba.
            Todo a punto del penalty.

            Y todos iban, o por un si; o, por un no. Muy pocos sufrían de imparcialidad, aunque no les gustara el futbol. Pero se trataba del país. Y el país generaba toma de posturas, o por si; o, por no, justo en ese momento del penalty.

¿Y, si se sale? Capitulo 10


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 10  


            Las cosas estaban un poquito más que complicadas. Estaban en ebullición. A punto de tormenta.
            La federación de árbitros tenía que analizar la decisión que el árbitro de ese partido en concreto había tomado. Cabía la posibilidad que el equipo al que le habían decretado la falta, pudiese alegar. Además de alegar, pudiese utilizar influencias y hasta utilizar chantajes. Se movía dinero de por medio.
            Se complicaba.

            O, quizás, no alegara absolutamente nada.

¿Y, si se sale? Capitulo 11


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 11  


            El árbitro pudo haber complicado más las cosas. Pudo haberle sacado tarjeta roja al jugador. Pudo haberlo expulsado.
            Se hubiese complicado más. Todo por un penalty. Un jugador menos en la cancha para defender la diferencia que los tenía ganando. O, en caso posible, en defender el empate. Todo, si el jugador que iba a chutar metía el gol. Pero cabía la esperanza que errara el tiro.
            Si errara el disparo a la arquería, las cosas serían favorables para unos; y, lamentables para los otros. Unos harían fiesta; y otros, harían duelo. O lo contrario. Pero quedaba mucho tiempo para jugar.
            Lo que faltaba para terminar el juego, se presentaría interminable para los que iban ganando. Y demasiado poco para los que iban perdiendo.
            Las cosas como estaban, tenían a todos sudando.

            Y sudaban copiosamente.

¿Y, si se sale? Capitulo 12


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 12  


            El jugador fauliador tenía que estar agradecido del árbitro, a pesar de todo.
            Una tarjeta roja hubiera sido un triple golpe. Por una parte, sería expulsado inmediatamente del partido y tendría que salir de la cancha. Se le sumaba a esa posibilidad la chiflada y el abucheo del público. Sería una carga moral muy fuerte, a esas alturas del partido.
            Por otra parte, quedaba suspendido para el siguiente partido de futbol en el campeonato. En caso de que el equipo ganara ese encuentro. Pero, por ahora era más que necesario que empatara. Cosa que estaba a punto. Pero, que tal vez no.
            La tercera consecuencia era la multa correspondiente que tenía que pagar.

            Había motivos para que el fauliador estuviese agradecido.

¿Y, si se sale? Capitulo 13


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 13 


            Por otra parte, el fauliador sudaba.
            Tenía miedo de que el jugador al que le metió la zancadilla y al que tumbó en la misma acción, tomara represalias contra él.
            El fauliado había dado varias vueltas en la grama.
            Se había agarrado la pierna. Se la sobaba insistentemente. Se había bajado la media. Se había quitado la canillera. Se sobaba. Por los gestos de su cara, le dolía la pierna.

            Y el fauliador sudaba. Había motivos.

¿Y, si se sale? Capitulo 14


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 14  


            A lo mejor, no era para tanto.
            Y el jugador fauliado había exagerado. Era posible.
            Pero el partido a esas alturas del juego lo ameritaba. Las circunstancias del equipo que iba perdiendo, había aprovechado la ocasión para intentar lo que había logrado. Había sido una buena actuación. O era pura pantallería. Y el árbitro había entrado en el juego del juego de la actuación del que se había caído ex-profeso para buscar el foul, que no era, pero que había sido sentenciado. Ese era el objetivo. Lo demás, estaría por verse.
            También sudó el jugador fauliado en el momento de la caída. Ya sudaba por la acción de las carreras del juego detrás de la pelota, estuviera la pelota donde estuviera, ya en los pies de los contrarios, ya en los pies de los de su equipo. Sudó un poquito más por la adrenalina al intentar sobre-actuar en la caída. Y si le sacaban tarjeta amarilla, o tal vez roja, por fingir. Si el árbitro, o uno de los auxiliares del principal, estimaba que no era verdadero, y no era para tan extremada la metida de la pierna del jugador que había metido la zancadilla.

            Complicado.

¿Y, si se sale? Capitulo 15


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 15  


            Cabía la posibilidad que el jugador que había recibido la falta se estuviera riendo y disfrutando. Tal vez un poco más porque había logrado el objetivo. Era el juego y todo era válido. Justo en ese momento.
            También era posible que el jugador fauliado sintiera que el que lo había fauliado lo estuviera mirando con odio. Tenía motivos. Tal vez sentiría que se le iba encima a darle su merecido.

            El jugador que había recibido la falta sudaba. También sudaba por su acción.

¿Y, si se sale? Capitulo 16


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 16  


            Las cosas estaban realmente complicadas.
            Los patrocinadores de los equipos habían colocado las propagandas y los logotipos de sus empresas en las franelas de cada uno de los equipos. Se sentían orgullosos de patrocinar el deporte.
            Los jugadores llevaban las marcas de los empresarios en sus camisetas.

            Eso hacía que tuvieran apoyo económico. No les faltaba. Pero eso mismo beneficiaba a las empresas porque la gente compraba o adquiriría después, o ya lo habían adquirido antes, las cosas que se vendían en esas empresas que patrocinaban el deporte.

¿Y, si se sale? Capitulo 17


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 17  


            Pero todo se complicaba más y más.
            Las empresas que no habían invertido en el futbol sufrían porque sus nombres no estaban en las camisetas. Eso no les generaba ganancias.

            Muchas otras empresas tenían sus logotipos promocionales en las vallas metálicas que rodeaban la cancha de futbol.

¿Y, si se sale? Capitulo 18


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 18  


            Todo estaba a punto.
            Todos sudaban. Transpiraban.
            Las mujeres disfrutaban del espectáculo en la cancha. Todas miraban al jugador que le inspiraba cosas bonitas. Algunos jugadores tenían piernas musculosas. Otros jugadores eran agraciados. Otros tenían bonitos pompis. Las mujeres buceaban.
            Eran 22 hombres los que estaban en la cancha. También los árbitros, que eran 3 más. También, alguna que otra miraba a los árbitros. También tenían sus encantos.
            Todos sudaban. A ellas les fascinaba que ellos sudaran.
            Ellas también sudaban. Transpiraban. Sus fosas nasales se ensanchaban.

            Las circunstancias daban para eso. Todo justo en el momento del penalty. También antes. Y ahora.

¿Y, si se sale? Capitulo 19


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 19  

            Los jugadores sabían que eran admirados. Unos más. Otros menos.
            Eran admirados por su futbol.
            También admirados por sus atributos.
            Entre los jugadores se rivalizaban. El que más. Y el que menos.
            Cada uno buscaba llamar la atención.
            La adrenalina trabajaba a millón.

            Sudaban.

¿Y, si se sale? Capitulo 20


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 20  


            Se complicaban las cosas. Cada vez más.
            Los jugadores rivalizaban. También con los del equipo contrario. Por eso jugaban. Para ganar. No para perder. También en ser más vistos.
            Sus vanidades aumentaban. Lógico. Natural.
            Rivalizaban. Competían. Ser el mejor era el objetivo. En la cancha. En el juego. En la atención. De ellas. De todos.

            Se complicaba.

¿Y, si se sale? Capitulo 21


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 21  

            El que iba a chutar el penalty tenía la atención de todos. Especialmente de todas. Tenía una ventaja. Era el centro de las miradas. Todo giraba en torno a él. Se sentía grande. Lo era.
            Los otros 10 jugadores del equipo al que le favorecía el penalty rivalizaban. También querían llamar la atención. Buscaban ser el centro. Muy normal. También los 11 del equipo contrario.
            Algunos de los del equipo que iba a chutar el penalty querían que se metiera el gol. Otros, querían que el jugador lo errara. No atinar a hacer el gol, les favorecía a algunos en su orgullo, pues también eran buenos como el que iba a chutar. Tal vez mejores. O, quizás, tan buenos.
            Sólo era cosa de oportunidades. El la tenía justo en ese momento. Ellos no.
            Sudaban. Transpiraban copiosamente.
            La situación del penalty estaba así, justo en ese momento.