sábado, 19 de marzo de 2016

¿Y, si se sale? Capitulo 2


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Capítulo 2  

           
            Los que no habían podido ir al Stadium, y que hubiesen querido ir, seguían los acontecimientos a través de la radio. Y también tenían sus aspiraciones. O porque si. O porque no. Por eso seguían la transmisión y no se perdían detalles. Tenían un elemento a su favor, que era su ventaja, pero que era, al mismo tiempo, su desventaja. El elemento era la imaginación. Al escuchar lo que iban diciendo los locutores, se imaginaban muchas cosas, además de las dichas por los profesionales de la estación de la radio y de los expertos del futbol con sus estadísticas. Cada cual se imaginaba lo que decían, por eso se lo imaginaban, y para eso estaba la tarea de la radio; pero, también se imaginaban sus propias cosas de su propio cultivo, porque era imposible no imaginar si se estaba siguiendo la transmisión del partido de futbol. Porque para eso se seguía el partido de futbol por la radio. Eso tenía su propia fascinación y encanto.
            Los que estaban en el Stadium estaban viendo las cosas tal como estaban sucediendo. No necesitaban mucho de la imaginación. Entonces, algunos pensaban en los que no habían venido y se decían “lástima” de lo que se están perdiendo. Y así era. Una lástima. Por lo menos, justo en ese momento del penalty.
            Algunos de los que estaban siguiendo la transmisión por la radio añoraban estar en las gradas del campo de juego. No era suficiente la imaginación y querían verificar lo que imaginaban, por lo menos, en ese momento en que los resultados dependían de dos jugadores. De uno que acertara. Y de otro, o de que no acertara el primero, o de que atajara él mismo. La suerte del segundo dependía de un 150 por ciento. Mientras que la del primero de un 100.

            Y todos sudaban. Transpiraban. También los que estaban escuchando el encuentro de futbol por la radio. Y quizás más, porque la imaginación era doble. Por un lado, de lo que imaginaban de lo que iban diciendo los locutores, y por otro, de lo que ellos mismos imaginaban de lo que iban imaginando. Y transpiraban, quizás, más que todos de los que estaban en el Stadium, que no necesitaban de la imaginación porque estaban viendo las cosas tal como estaban sucediendo. Aunque también sudaban.

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